El
miércoles de la semana pasada me encontraba en el centro histórico, me dirigía
hacia una conferencia, pero los planes cambiaron y de un momento a otro estaba en
el zócalo de la ciudad recibiendo instrucciones para realizar una crónica. Eran
alrededor de las nueve y media de la mañana, después de que el profesor nos
dejara a la deriva, medio salón y yo nos encontrábamos buscando de qué hacer
nuestra actividad. Todos nos separamos, pero yo me junté con cuatro compañeros
y nos dispusimos a buscar algún lugar de donde sacar información. En un
principio, quisimos caminar todo Reforma hasta la once y llegar a Paseo Bravo,
pero al empezar nuestro recorrido en los portales que se encuentran frente al
zócalo, uno de mis compañeros se percató del Archivo Histórico Municipal.
Después de decidirnos a entrar, fuimos recibidos por un guardia de seguridad,
quien nos dijo que podíamos acceder una vez nos registráramos y dejáramos
nuestras mochilas a su cuidado. Nosotros asentimos y ya no éramos cinco, sino
cuatro personas, ya que una de ellas se quedó afuera.
Después
de subir las escaleras que se encontraban al inicio del recorrido, nos topamos
con una galería en donde nos encontramos a una señorita bastante amable de
nombre Ana Luisa Reyes, quien nos preguntó quiénes éramos y qué haríamos.
Nosotros, como buenos estudiantes educados le contestamos que veníamos de la Facultad
de Ciencias de la Comunicación y estábamos realizando una actividad académica.
La señorita con gusto nos pasó a la sala de libros en donde comenzó a contarnos
lo que había allí. Resulta que el Archivo Histórico Municipal, lugar donde nos
encontrábamos, es el sitio más antiguo que alberga documentos desde 1532 hasta
la actualidad. Estos son organizados por el personal que trabaja ahí. Al ser
guiados por Reyes mediante una breve introducción que incluía aspectos como el
hecho de que el público y nosotros podemos leer las series de libros que se
encuentran en ese lugar para realizar investigaciones, libros, tesis y así
contar la historia de Puebla, ella nos presentó al historiador R. Baltazar Cruz
Méndez.
Méndez
nos comenzó a contar a profundidad el contenido que se encontraba en el
archivo, como por ejemplo, el hecho de que en este hay series de libros del
Ayuntamiento de Puebla desde 1532 hasta nuestras fechas. Estas series constan
de trescientos treinta y cuatro volúmenes aproximadamente, y en específico, son
actas de cabildo que contienen las sesiones que hicieron los presidentes
municipales desde el primer año mencionado, seguido por 1600, 1700, 1800 y
1900. Este archivo resulta ser de lo más importante ya que se considera el más
completo. Países como Chile, Ecuador o España son ejemplos de lo contrario. También nos contaron sobre la existencia de
expedientes que son de 1980 y que incluyen temas que ocurrieron en la ciudad.
Las categorías que Méndez mencionó fueron: panteones, aguadores, artesanos,
panaderos, educación, etc. De la primera serie se recalcó que habían ciento
dieciséis volúmenes y que a partir de la inauguración del Panteón Municipal, el
5 de mayo de 1880, se encuentran los registros de las personas enterradas en el
panteón hasta 1965.
Otras
series incluían ser de tipo: escrituras, textos de 1900 y partidos políticos.
Sin embargo, el historiador no profundizó en ellas, sino que hizo énfasis en
una en específico; la de la prostitución. Esta serie contaba con catorce
volúmenes y nos explicaron que desde principios de 1900, el Ayuntamiento de
Puebla comenzó a registrar cómo se inicia la prostitución en la ciudad. Todos
estos archivos contienen fotos y datos particulares como color de tez, color de
ojos, nacionalidad y quién era la apoderada de las mujeres de ese entonces. Aunque
es importante mencionar que no hay indicios de la autorización de este censo.
También, de que en la actualidad, es difícil que se manejen estos archivos debido
a la ley de transparencia.
Otra
cosa interesante que aconteció fue la mención de cédulas reales y el dato de
que los libros del siglo XVI no son para nada fáciles de comprender debido a la
escritura de ese entonces. Hay abreviaturas muy diferentes a las que vemos en
esta época y eso es porque en estos libros se hace una mezcla de culturas.
España fue conquistada por árabes, así que el nombre al que se le denomina la
escritura que en su mayoría era hecha por monjes españoles, es paleografía. La
sesión aún no terminaba, el historiador Méndez nos hizo el honor de ser
partícipes en ver cómo eran los libros por ahí de 1600, nos enseñó uno
específicamente de 1696 en donde se visualizaba la paleografía de tipo
encadenada y que según él, es muy difícil de leer. Al momento de estar
observando el texto, nos dimos cuenta que la tipografía era preciosa, pulcra,
recta y prácticamente perfecta. Incluso, una compañera hizo mención de que si
era hecha a mano a lo que nos contestaron con un sí definitivo. Respecto a los
libros, nos dijeron que antes eran forrados por piel de cabra y las hojas eran
de algodón. También que cada persona que escribía tenía una caligrafía
distinta. Entre aquellos documentos, Méndez abrió uno en particular que me
llamó la atención, este contenía diversos escudos, que recordando lo que nos
dijo, eran hechos por las familias adineradas de la Puebla antigua. Cada escudo
representaba su apellido y era muy importante, era como enaltecer a la familia.
Todos los escudos eran registrados y algo así como patentados. Ya después, la
señorita Reyes nos dijo que las familias mezclaban sus apellidos y que por lo
tanto, el escudo se combinaba.
Casi al final de
la sesión, se hizo mención de la gente que llega a visitar el Archivo Histórico
Municipal. Al principio nos dijeron que recibían un aproximado de quince
personas diarias entre nacionales y extranjeras. Entre estas últimas se
situaban personas de Alemania, de Oriente, de India, Canadá y Estados Unidos.
Si pudiéramos dar un estimado de las personas que visitan el Archivo Histórico en
porcentajes, el resultado sería de un setenta por ciento de nacionales y un
treinta por ciento por parte de extranjeros.
También, nos
contaron sobre la idea del surgimiento de querer recolectar los archivos, a lo
que nos contestaron que esto fue debido a que en el siglo XVII Don Pedro López
de Villaseñor quien nació en Libres y se dedicaba a las tierras, se encargó de
unir la información de las actas de cabildo, mientras que para los expedientes
fue Don Francisco de Covarrubias. Antes, el Archivo Histórico no tenía ese
nombre, sino que se llamaba “La Casa Real” y los documentos claramente no
tenían la misma presentación que en la actualidad, sino que para empezar, se
encontraban en una caja de nombre “De las tres llaves” y se guardaban allí
porque su valor era tan importante al grado de que no cualquiera los podía ver.
Eran tres llaves, que tenían a los personajes: el alguacil mayor, alcalde y el
regidor y ellos se debían de poner de acuerdo para ver los archivos.
Al final de todo
esto, el historiador Méndez nos contó un poco sobre su profesión, nos dijo que llegó
al grado de licenciatura y su interés surgió desde joven al querer saber sobre
la historia política. También el querer escribir sobre elecciones, pero,
mencionó que al llegar al Archivo todo cambió, ya que se dio cuenta que era muy
importante estudiar la etapa colonial. Después de eso, dimos cerrada la sesión
y agradecimos por la atención prestada.
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