sábado, 27 de enero de 2018

Una mañana en el Archivo Histórico Municipal.

Foto por Diana Karen Álvarez Domínguez
Archivo Histórico Municipal, Foto por: Diana Karen Álvarez Domínguez



El miércoles de la semana pasada me encontraba en el centro histórico, me dirigía hacia una conferencia, pero los planes cambiaron y de un momento a otro estaba en el zócalo de la ciudad recibiendo instrucciones para realizar una crónica. Eran alrededor de las nueve y media de la mañana, después de que el profesor nos dejara a la deriva, medio salón y yo nos encontrábamos buscando de qué hacer nuestra actividad. Todos nos separamos, pero yo me junté con cuatro compañeros y nos dispusimos a buscar algún lugar de donde sacar información. En un principio, quisimos caminar todo Reforma hasta la once y llegar a Paseo Bravo, pero al empezar nuestro recorrido en los portales que se encuentran frente al zócalo, uno de mis compañeros se percató del Archivo Histórico Municipal. Después de decidirnos a entrar, fuimos recibidos por un guardia de seguridad, quien nos dijo que podíamos acceder una vez nos registráramos y dejáramos nuestras mochilas a su cuidado. Nosotros asentimos y ya no éramos cinco, sino cuatro personas, ya que una de ellas se quedó afuera.

Después de subir las escaleras que se encontraban al inicio del recorrido, nos topamos con una galería en donde nos encontramos a una señorita bastante amable de nombre Ana Luisa Reyes, quien nos preguntó quiénes éramos y qué haríamos. Nosotros, como buenos estudiantes educados le contestamos que veníamos de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y estábamos realizando una actividad académica. La señorita con gusto nos pasó a la sala de libros en donde comenzó a contarnos lo que había allí. Resulta que el Archivo Histórico Municipal, lugar donde nos encontrábamos, es el sitio más antiguo que alberga documentos desde 1532 hasta la actualidad. Estos son organizados por el personal que trabaja ahí. Al ser guiados por Reyes mediante una breve introducción que incluía aspectos como el hecho de que el público y nosotros podemos leer las series de libros que se encuentran en ese lugar para realizar investigaciones, libros, tesis y así contar la historia de Puebla, ella nos presentó al historiador R. Baltazar Cruz Méndez.

Méndez nos comenzó a contar a profundidad el contenido que se encontraba en el archivo, como por ejemplo, el hecho de que en este hay series de libros del Ayuntamiento de Puebla desde 1532 hasta nuestras fechas. Estas series constan de trescientos treinta y cuatro volúmenes aproximadamente, y en específico, son actas de cabildo que contienen las sesiones que hicieron los presidentes municipales desde el primer año mencionado, seguido por 1600, 1700, 1800 y 1900. Este archivo resulta ser de lo más importante ya que se considera el más completo. Países como Chile, Ecuador o España son ejemplos de lo contrario.  También nos contaron sobre la existencia de expedientes que son de 1980 y que incluyen temas que ocurrieron en la ciudad. Las categorías que Méndez mencionó fueron: panteones, aguadores, artesanos, panaderos, educación, etc. De la primera serie se recalcó que habían ciento dieciséis volúmenes y que a partir de la inauguración del Panteón Municipal, el 5 de mayo de 1880, se encuentran los registros de las personas enterradas en el panteón hasta 1965.

Otras series incluían ser de tipo: escrituras, textos de 1900 y partidos políticos. Sin embargo, el historiador no profundizó en ellas, sino que hizo énfasis en una en específico; la de la prostitución. Esta serie contaba con catorce volúmenes y nos explicaron que desde principios de 1900, el Ayuntamiento de Puebla comenzó a registrar cómo se inicia la prostitución en la ciudad. Todos estos archivos contienen fotos y datos particulares como color de tez, color de ojos, nacionalidad y quién era la apoderada de las mujeres de ese entonces. Aunque es importante mencionar que no hay indicios de la autorización de este censo. También, de que en la actualidad, es difícil que se manejen estos archivos debido a la ley de transparencia.

Otra cosa interesante que aconteció fue la mención de cédulas reales y el dato de que los libros del siglo XVI no son para nada fáciles de comprender debido a la escritura de ese entonces. Hay abreviaturas muy diferentes a las que vemos en esta época y eso es porque en estos libros se hace una mezcla de culturas. España fue conquistada por árabes, así que el nombre al que se le denomina la escritura que en su mayoría era hecha por monjes españoles, es paleografía. La sesión aún no terminaba, el historiador Méndez nos hizo el honor de ser partícipes en ver cómo eran los libros por ahí de 1600, nos enseñó uno específicamente de 1696 en donde se visualizaba la paleografía de tipo encadenada y que según él, es muy difícil de leer. Al momento de estar observando el texto, nos dimos cuenta que la tipografía era preciosa, pulcra, recta y prácticamente perfecta. Incluso, una compañera hizo mención de que si era hecha a mano a lo que nos contestaron con un sí definitivo. Respecto a los libros, nos dijeron que antes eran forrados por piel de cabra y las hojas eran de algodón. También que cada persona que escribía tenía una caligrafía distinta. Entre aquellos documentos, Méndez abrió uno en particular que me llamó la atención, este contenía diversos escudos, que recordando lo que nos dijo, eran hechos por las familias adineradas de la Puebla antigua. Cada escudo representaba su apellido y era muy importante, era como enaltecer a la familia. Todos los escudos eran registrados y algo así como patentados. Ya después, la señorita Reyes nos dijo que las familias mezclaban sus apellidos y que por lo tanto, el escudo se combinaba.

Casi al final de la sesión, se hizo mención de la gente que llega a visitar el Archivo Histórico Municipal. Al principio nos dijeron que recibían un aproximado de quince personas diarias entre nacionales y extranjeras. Entre estas últimas se situaban personas de Alemania, de Oriente, de India, Canadá y Estados Unidos. Si pudiéramos dar un estimado de las personas que visitan el Archivo Histórico en porcentajes, el resultado sería de un setenta por ciento de nacionales y un treinta por ciento por parte de extranjeros.

También, nos contaron sobre la idea del surgimiento de querer recolectar los archivos, a lo que nos contestaron que esto fue debido a que en el siglo XVII Don Pedro López de Villaseñor quien nació en Libres y se dedicaba a las tierras, se encargó de unir la información de las actas de cabildo, mientras que para los expedientes fue Don Francisco de Covarrubias. Antes, el Archivo Histórico no tenía ese nombre, sino que se llamaba “La Casa Real” y los documentos claramente no tenían la misma presentación que en la actualidad, sino que para empezar, se encontraban en una caja de nombre “De las tres llaves” y se guardaban allí porque su valor era tan importante al grado de que no cualquiera los podía ver. Eran tres llaves, que tenían a los personajes: el alguacil mayor, alcalde y el regidor y ellos se debían de poner de acuerdo para ver los archivos.

Al final de todo esto, el historiador Méndez nos contó un poco sobre su profesión, nos dijo que llegó al grado de licenciatura y su interés surgió desde joven al querer saber sobre la historia política. También el querer escribir sobre elecciones, pero, mencionó que al llegar al Archivo todo cambió, ya que se dio cuenta que era muy importante estudiar la etapa colonial. Después de eso, dimos cerrada la sesión y agradecimos por la atención prestada.